Profesor emérito de la Universidad del Salvador. Ex Profesor de Ciencias Políticas, de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Pisa. Miembro de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Miembro asociado del Center for Artificial Intelligence and Cognate learning of the University of Greenwich, Miembro de la “European Association of Legislation”, Miembro Honorario del Circolo di Giuristi telematici,. Miembro del EspNet Network Europeo de Ciencia política, .

jueves, 13 de mayo de 2010

BICENTENARIO: REFLEXIONES SOBRE QUE SE FESTEJA


Nacimiento

El hacer partir la historia del sistema político argentino desde la celebración de los 200 años del Cabildo abierto del 25 de mayo, es una buena ocasión para algunas reflexiones.

Estas reflexiones serán encaradas desde una perspectiva que prevea que la Argentina, en cuanto sistema político, tiene las propiedades de: nacimiento, desarrollo y muerte, como todo sistema. El presupuesto de que un sistema político pasa por los tres estadios mencionados no es un enfoque habitual en las ciencias sociales.

Esto es un grave error pues luego cuando algunos hechos importantes acaecen no hay ni teorías serias que los expliquen y mucho menos previsiones que los anuncien: la disolución del sistema soviético luego de 70 años de intensa vida y protagonismo internacional puede ser un ejemplo.

El estudio del debilitamiento de un sistema es sumamente útil para entender los fenómenos que se verifican en él y poder ofrecer explicaciones aceptables. Hay muchas maneras en las cuales un sistema se debilita. Una de las más conocidas es la presencia de un agente externo (como en los matrimonios).
Sistema político

Un sistema es un objeto complejo estructurado, cuyas partes están relacionadas entre sí por medio de vínculos (estructura) pertenecientes a un nivel determinado: nacional, supranacional, provincial, local.

Un sistema político es un conjunto de individuos que están unidos por lazos parentales, un sistema jurídico, normas sociales de convivencia, unidades productivas, costumbres, una o más lenguas comunes y en general valores compartidos con respecto a muchas cosas comenzando por la noción de sucesión en el poder.

Elementos del sistema político

Como todo sistema el sistema político está constituido por subsistemas conectados pero con sus propias características: el territorio, la historia, la constitución, el federalismo, el sistema de partidos, la sociedad, la economía, la identidad y la cultura.

Los especialistas hacen problemas por el territorio, pues puede haber estados (o sea sistemas políticos) sin él, pero el territorio generalmente forma parte de éste y en muchos sentidos es determinante: por sus dimensiones, por donde está colocado, por sus accidentes geográficos, etc. El territorio argentino es vasto y variado, tiene accidentes geográficos interesantes hasta para el turismo. Se extiende por casi 3 millones de k2 Está en el fondo de América del Sud y es un país despoblado pues con sus 40 millones de habitantes concentrados en 3 mega ciudades y el 76 % viviendo en zonas urbanas, es un país vacío de gente. Los dos problemas que puso Alberdi sobre la población no solo no se han resuelto sino que se han agravado. Un país vacío con una capital desproporcionada1.

La historia es importante porque va contando cómo se ha ido desarrollando el sistema político y sin entrar en detalle para historiadores, no caben dudas que a partir de 1930 hemos tenido mucha injerencia militar en el gobierno y una última dictadura (del 76 hasta el 83) que ha dejado muchos muertos desaparecidos y heridas que aun no han sido curadas2. Es más, en Argentina hay una tradición nefasta de “historias oficiales” esto es historias contadas por una parte. Esto atenta a la identidad pues refleja conflictos permanentes no resueltos.

Un sistema constitucional presidencialista más o menos adaptado del norteamericano con algunas reformas importantes. La Argentina es un estado federal. El federalismo fue siempre un elemento de discusión durante el nacimiento y formación del país. Parecía que con la Constitución de 1853 el federalismo era consolidado jurídica y políticamente. Pero no fue así: por un lado la Constitución permite la intervención de una o más provincias y eso se realizo varias veces. Por otro lado, el federalismo exige también un federalismo fiscal o respeto por las autonomías económicas provinciales. Esto no se ha logrado La ley de participación fiscal que muestra como la Nación y particularmente el Poder Ejecutivo, manejan la mayor parte de los fondos y el presupuesto nacional que permite un uso discrecional de esos fondos y sobre todo de esas ayudas. Si a ello se agrega que el Indec3 desde hace tiempo no refleja los datos reales de la economía, el presupuesto es un dibujo en el aire y los decretos de necesidad y urgencia exclusivos del Ejecutivo (anomalía legal en un sistema con tres poderes) tornan el federalismo un juego de espejos engorroso desde el punto de vista administrativo e inicuo desde el punto de vista económico.

Un sistema de partidos que – hasta hace poco fue bipartidista y hoy es un proliferar increíble hasta llegar a la cifra ridícula de 700, que son los partidos acreditados en las últimas elecciones4. Generalmente coagulados en torno a personas y muy poco a ideas.

La sociedad argentina, fue sustancialmente el encuentro del criollo y del inmigrante, una fuerte presencia española e italiana forzaron una forma familiar y vecinal colaborativa. Con reglas de comportamiento reconocidas y reconocibles. Hoy predomina la competitividad y su arma más letal: el laurel al vencedor, desalientan la cooperación. Una ley del sálvese quien pueda, no sirve ni siquiera en casos de emergencia, imaginémonos lo que vale en tiempos de normalidad: la justificación de todo oportunismo, atropello, violencia, robo, corrupción5.

La economía es un juego de oferta y demanda interno e internacional que hemos aprendido está muy lejos de ser perfecto. Por lo tanto hay que intervenir sobre él. Cuanto se interviene es motivo de políticas económicas. Pero además está la división de esa riqueza en los miembros de la sociedad. Cuando aumenta la diferencia entre los más ricos y los más pobres se crea un estado de intranquilidad social que puede degenerar en conflictos y en guerras civiles más o menos encubiertas y rencor social.

Puede decirse que la economía argentina fue dirigista a partir de 1946 y luego del 1955 se debatió entre un liberalismo desenfrenado y una intervención controlada del Estado.

La identidad es uno de los temas más difíciles que aquejan hoy a las naciones. Argentina logro con la ley 1420 de enseñanza primaria obligatoria a fines del siglo XIX formar un argentino en una generación. Educando – además – a los hijos se incorporaba, por añadidura, a la familia. El sistema es aún valido, pero se han relajado mucho los lazos de responsabilidad de los padres y hay lugares alejados o villas de emergencia, donde los controles casi no existen y la integración de los nuevos inmigrantes (países limítrofes, chinos) es más difícil que en el pasado.

La cultura argentina fue forjada en Córdoba y las provincias del noroeste antes de 1810, luego una serie de medidas inteligentes crearon universidades prestigiosas, una emisora que cubría todo el espacio de Latinoamérica (radio Nacional) Escuelas secundarias de gran prestigio como la Escuela Normal de Paraná y en Buenos Aires el Colegio Nacional, La escuela Normal de Profesores, el Carlos Pellegrini y el Otto Krause. Una intensa vida teatral y artística en general y revistas de prestigio internacional como Sur. Radio Municipal se encargaba de transmitir directamente desde el teatro Colon sus funciones. Con estas herramientas ejercito una notable influencia en toda Latinoamérica incluyendo Brasil

A partir de la noche de los bastones largos (1966), comenzó una sangría de inteligencia que se acrecentó enormemente en la última dictadura (1976/83) y que es difícil decir que se ha parado. La cultura ha perdido prestigio para sobrevivir, para destacarse y no hay fondos para investigar

La persecución de objetivos parece el punto más controvertido de toda la historia de los últimos años, Hemos perdido el hábito de discutir respetando la disidencia y alimentándonos de ella.

La integración está fuertemente amenazada con un país que no logra definir objetivos claros en materia de política interna e internacional, donde se han relajado las nociones de identidad, donde el federalismo es una materia pendiente, donde es difícil pedir coherencia, donde los índices de aceptación de la población de las autoridades en cualquiera de los poderes es baja, donde ha crecido la inseguridad, donde la desconfianza gana a la colaboración, donde seguimos con los mismos problemas de (des) población que hace un siglo y medio, donde se ha agrandado la brecha entre los que más tienen y los que están debajo de la línea de pobreza, donde hemos desmantelado una clase media, puntal de nuestro desarrollo.

No quiero decir con esto, ni que estemos en descomposición, ni que nos acerquemos a nuestro final. Quiero llamar la atención sobre el hecho que, hace más de cincuenta años que mostramos algunos defectos de funcionamiento del sistema que no se han podido corregir hasta ahora.

Un sistema político sano se adapta al mundo que le toca vivir, tiene objetivos compartidos que persigue porque hay una política de Estado que puede ir variando, pero es reconocible. Sobre todo compartidos entre generaciones pues los más jóvenes podrán terminar lo que los contemporáneos han perseguido de lo que sus padres han comenzado y sobre todo tiene una integración que permite que los individuos se reconozcan como compatriotas, cooperen más que compiten y forman sociedades y empresas que tienen de vista sus propios intereses, pero no están directamente enfrentados con los intereses generales, sino en casos extremos.

Eso hace que las partes del sistema tiendan a juntarse y a estar mas cerca. Una seria reflexión de cómo estamos en cada uno de los puntos tratados nos acercara a ver qué festejamos en el Bicentenario.

Esto sea entendido para bien de todos y para mal de ninguno.

Diario La Rayuela, Mayo de 2010, N 106.